Mi nueva vida en República Dominicana: un sueño profesional y personal hecho realidad

Soy una mujer que siempre ha vivido entre la determinación y la pasión. Licenciada en Derecho y enamorada de la comunicación y el marketing, he transitado por diversos proyectos empresariales, siempre guiada por la convicción de que los sueños no solo se persiguen: se construyen. Desde hace algún tiempo desempeño el cargo de Adjunta de Dirección en CLERHP, y hoy mi vida se escribe desde un lugar que jamás imaginé como mi hogar: la República Dominicana.

Mi historia con Larimar City & Resort comenzó mucho antes de integrarme al equipo. Recuerdo perfectamente la primera conversación con su CEO, Juan Andrés Romero. Él me habló de este proyecto con una mirada que mezclaba emoción y determinación. Esa chispa en sus ojos me reveló que no estaba ante una simple propuesta inmobiliaria, sino frente a una visión transformadora: una ciudad diseñada para personas felices. No es solo un plan urbanístico; es un concepto que combina modernidad, bienestar y el encanto único del Caribe. Su capacidad para materializar ideas imposibles me convenció de que quería formar parte de esta aventura.

Tomar la decisión de dejar mi querida Murcia no fue algo impulsivo. La medité con la prudencia de quien sabe que un cambio así afecta no solo a su carrera, sino también a su familia y a su vida entera. El verano pasado vinimos de visita a República Dominicana para que mi familia conociera de cerca el lugar donde yo pasaba buena parte del año. La sorpresa fue que mi marido se enamoró del proyecto tanto como yo. Sin necesidad de convencerle, empezamos a visualizar juntos la posibilidad de mudarnos, y así, paso a paso, ese sueño se convirtió en realidad. Hoy compartimos esta nueva etapa junto a nuestros hijos, descubriendo un país que nos recibe con los brazos abiertos.

El mayor reto ha sido aprender a mirar hacia adelante sin nostalgia, aunque confieso que despedirme de las personas importantes en España no fue fácil. También he tenido que adaptarme a lo cotidiano: desde domar mi cabello en este clima tropical hasta acompañar a mis hijos en su proceso de adaptación, que ellos viven como una gran aventura. A cambio, cada día me regala escenas que hace unos meses solo existían en mi imaginación: despertar frente al mar Caribe, practicar yoga al amanecer, trabajar rodeada de un equipo multicultural y terminar la jornada disfrutando de una tarde en familia junto a la piscina o explorando los sabores locales.

Aunque compartimos el idioma, he descubierto que las palabras y expresiones no siempre significan lo mismo. Y más allá del lenguaje, la mayor diferencia cultural es el ritmo de vida. Aquí, como dicen, “no hay prisa”. Todo fluye de otra manera, y la vida se vive con una intensidad diferente. Ese tiempo que en otros lugares parece escaparse de las manos, aquí se saborea. Es una lección que agradezco cada día. La hospitalidad, además, es un rasgo que se siente desde el primer momento. La República Dominicana es tierra de acogida para personas de todo el mundo, y en nuestro equipo convivimos más de quince nacionalidades, lo que enriquece no solo el trabajo, sino también la vida personal.

Me encanta descubrir la gastronomía local. Ya he probado platos tradicionales dominicanos y sigo explorando sabores nuevos. Las frutas tropicales se han convertido en mi debilidad: cada bocado es una explosión de color y frescura que asocio con este lugar. Claro que también hay cosas que echo de menos de España, como las reuniones improvisadas con mis amigas, pero sé que ellas vendrán a visitarme. Aquí he ganado algo que no tiene precio: la cercanía diaria de mi familia y el sentimiento de pertenecer a una gran familia profesional en Larimar City & Resort.

Trabajar en un país como la República Dominicana es una oportunidad que recomendaría a cualquier profesional que quiera abrir horizontes. Su economía emergente, la estabilidad jurídica y la ausencia de barrera idiomática la convierten en un destino muy atractivo. Es la quinta economía más potente de Latinoamérica y ofrece condiciones óptimas para la inversión y la apertura de nuevos negocios. No me sorprende que varios empresarios españoles ya hayan dado el paso de instalarse aquí.

El nombre de nuestro proyecto no es casualidad. El larimar, piedra preciosa exclusiva de la República Dominicana y recientemente reconocida a nivel internacional, es un símbolo de belleza y autenticidad. Igual que esta gema necesita ser contemplada para comprender su valor, nuestra ciudad debe vivirse para entender lo que significa. Larimar City & Resort es, en sí misma, una joya que reúne el alma local y una proyección global, capaz de atraer tanto al visitante que busca lujo y descanso como al residente que quiere calidad de vida y servicios a su alcance.

En lo personal, quiero seguir formándome, retomar el deporte y dedicar tiempo a la acuarela. También tengo en mente escribir un cuento para niños que lleva años rondando mi cabeza. Este entorno, con su calma y su luz, parece el lugar ideal para hacerlo realidad. Mudarnos ha sido uno de los cambios más importantes de mi vida: dejar atrás un mundo conocido para abrazar otro completamente nuevo, lleno de retos, aprendizajes y oportunidades. Estoy convencida de que esta decisión marcará un antes y un después, no solo para mi familia y para mí, sino también para miles de personas que, como nosotros, eligen cada año asentarse en República Dominicana y llamarla su nuevo hogar.

Por Macarena Perona

Adjunta de Dirección

Comunicación

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