Resiliencia: ingeniería y civilización

En los orígenes de la humanidad, vivíamos al margen de nuestras propias limitaciones. Acampábamos cerca del agua, buscábamos sombra donde la naturaleza la ofrecía, y construíamos solo por necesidad: un techo para guarecerse, un muro para protegerse y un fuego para calentarse.

Con el paso del tiempo y el avance de la civilización, la técnica hizo posible lo impensable. Hoy nos asomamos desde rascacielos en zonas sísmicas, circulamos bajo el mar, levantamos ciudades en medio del desierto, construimos sobre arcilla, incluso sobre el agua. Nada de eso fue natural. Cada uno de esos logros ha sido fruto de la ambición humana: plantearse un reto y encontrar la forma de hacerlo posible.

Hoy el progreso es abrumador. Contamos con normativas internacionales, con herramientas avanzadas y con el privilegio de acceder al conocimiento acumulado por generaciones de ingenieros de todo el mundo. Sabemos cómo hacerlo: diseñar estructuras que no colapsen bajo sismos severos, barrios que resistan inundaciones extremas, ciudades autosuficientes y sostenibles. La técnica ya no es el límite. Aunque siempre hay margen de mejora, el verdadero reto ahora es decidir qué queremos construir con todo ese conocimiento.

En algún momento de nuestra evolución técnica, dejamos de construir solo por necesidad y empezamos a construir para dejar un legado. Ese momento no es reciente; ocurrió hace siglos. Basta con mirar el Panteón de Roma: no fue concebido para cubrir una necesidad inmediata, sino para trascender en el tiempo. Ese mismo espíritu sigue presente en muchas obras modernas, y así ocurre en Larimar: una ciudad pensada no solo para ofrecer calidad de vida hoy, sino para perdurar como un referente de modernidad, eficiencia y resiliencia.

En un mundo cada vez más incierto —climática, económica y socialmente—, la resiliencia ya no es opcional. Es una obligación moral. Tenemos el deber de construir cada vez mejor, de utilizar todo nuestro conocimiento y experiencia no solo para resolver problemas del presente, sino para dejar un legado digno de ser recordado.

¿Por qué Larimar City será una ciudad estructuralmente más segura?

El pasado lunes 23 de junio de 2025, un terremoto de magnitud 5.8 sacudió el noreste de República Dominicana, con epicentro a unos 70 km de Punta Cana.

Quienes hemos vivido un sismo sabemos bien lo que se siente en esos primeros segundos: ¿Será muy intenso?, ¿durará mucho?, y sobre todo: ¿estoy seguro en este edificio?

En Larimar, la tranquilidad es uno de los pilares sobre los que se construye todo lo demás. Y como no puede ser de otra forma, esa tranquilidad comienza por la estructura: diseñada y ejecutada bajo los más estrictos estándares normativos y controles de calidad.

En CLERHP contamos con muchos años de experiencia internacional en cálculo y ejecución de estructuras, lo que nos ha permitido conocer a fondo distintas normativas y metodologías constructivas. Este conocimiento global nos permite aplicar las mejores prácticas en cada proyecto.

En Larimar, las estructuras no solo cumplen con la normativa local, sino que se diseñan también conforme a códigos americanos y recomendaciones sísmicas de prestigio internacional. Siempre que la distribución arquitectónica lo permite, nuestro sistema estructural antisísmico son los muros especiales a cortante, que permiten una alta disipación de energía y una gran capacidad de plastificación sin colapso.

Este sistema no solo ofrece un comportamiento sísmico excepcional, sino que también mejora la eficiencia constructiva: reduce la necesidad de vigas de gran canto, minimiza los desniveles en forjados y facilita el encofrado, acortando plazos de obra.

Las normativas internacionales son claras: ante un sismo o un incendio, el objetivo principal es proteger la vida. Si una estructura permite evacuar el edificio antes del colapso, cumple su función, aunque resulte inservible después. En Larimar vamos más allá. Nuestros edificios no solo cumplen los requisitos mínimos, sino que se someten a análisis no lineales avanzados para evaluar su comportamiento ante sismos severos. Todos ellos se mantienen en fase operacional, lo que significa que, incluso ante el mayor sismo que cabe esperar, la estructura no solo permanece en pie, sino que no sufre daños estructurales y puede seguir siendo habitada sin problema.

El sismo de del pasado lunes fue un recordatorio de que no todos los edificios son iguales. Y que la tranquilidad de vivir en uno diseñado y construido por verdaderos expertos no tiene precio.

Por el Departamento Técnico

Javier Martínez Burgos 

Ingeniero

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